La vida de una Mamá con Alas es un constante equilibrio entre el amor, el compromiso y los sueños propios. Siempre hay mil cosas por hacer, responsabilidades que atender y un calendario que parece nunca dar tregua. Pero en medio de todo, llegan esos momentos de pausa, como la Semana Santa, que nos regalan la oportunidad de detenernos y simplemente estar.
Pero, ¿realmente nos permitimos disfrutar este tiempo libre con nuestros hijos? A veces, llenamos estos días con actividades planeadas al detalle, buscando hacerlos productivos, sin darnos cuenta de que lo más valioso no está en lo que hacemos, sino en cómo nos sentimos mientras estamos juntos.
Fechas como Semana Santa puede ser el pretexto perfecto para recordar que estar con nuestros hijos no es solo compartir espacio, sino compartirnos de verdad. Es soltar el control y permitirnos simplemente ser mamás sin prisas, sin exigencias, sin la necesidad de que todo sea “perfecto”.
Las Mamás con Alas sabemos que criar es un viaje, y en este viaje, los momentos de pausa también son esenciales. Porque nuestros hijos no recordarán la cantidad de actividades que hicimos juntos, sino cómo los hicimos sentir. Y cuando crezcan, lo que realmente quedará en su corazón será la certeza de que, en los días en que tuvimos la oportunidad de estar juntos, estuvimos de verdad.
